A esta altura, es bueno decir que hay una no tan amplia cantidad de nobles almas, movidas por diferentes resortes, que se avienen a hacer de referees en la categoría que su unión les designe, pero no se trata de algo fácil. Es obvio y reiterativo que nuestro deporte tiene entre dos o tres infracciones por minuto de juego. Que además, cada jugador de uno u otro bando puede interpretar como desee la lluvia de infracciones, ya que el referee debe juzgar qué infracción marcar, cuál fue primero o cuál es peor para el desarrollo del juego.
Se trata de algo muy difícil. Agréguele, si usted quiere, una cantidad de padres o allegados que juzgan también si fue forward pass u offside no intencional, y vociferan que el referee no sabe nada de reglas.
Para poder opinar hay que hacerlo desde adentro. Y, para eso, les pido a todos los que critican a los árbitros que ellos mismos estudien y se conviertan en árbitros. Nuestros jugadores dudan de los referees porque se dan cuenta que de afuera critican su accionar. Cuando yo empecé a enamorarme del rugby, si el referee cobraba penal por mal aliento (es un decir) había que ir diez yardas para atrás y listo el pollo.
El referee, máxima autoridad dentro de la cancha, debe ser una persona indiscutible, y si alguno desea hacerle una consulta sobre tal o cual cosa, será el capitán del equipo y no otro, siempre de buen modo. Si alguno vio All Blacks—Australia la semana pasada habrá confirmado lo que yo digo, y que si un jugador desea decir algo el capitán lo calla, porque él es el único que tiene la potestad de hablarle. ¿Suena un poco duro? Mucho peor es escuchar los gritos desde afuera quejándose, ver las caras de fastidio de algunos jugadores y algunos gestos que debemos erradicar de nuestras canchas.
Dice un dicho muy de nuestro juego que "el referee siempre tiene la razón", y si usted no lo entiende así es mejor que se mantenga lejos del rugby. Porque desde ahí empieza todo: el respeto por el juez y por las reglas. Siempre digo, aprendamos del fútbol… porque allí tenemos una guía muy clara de lo que NO DEBEMOS HACER. Y debemos seguir impulsando los valores del juego, formando personas, leales, sinceras, respetuosas, valientes ,solidarias, amistosas preocupadas por el bien comun. Y todo comienza cuando suena el silbato… casualmente de un referee
PD. SIN REFEREE NO HAY PARTIDO
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