
Días pasan sin contar, entrenamientos pasan sin practicar, pero seguramente hay algo que quizás no vuelva a pasar: una copa, un torneo, un triunfo con tus amigos, el sentirse dueños de una estatuilla dorada o de una pequeña placa de metal, pero que es importante en realidad para un jugador de primera, para un rugbier, para un ejemplo a seguir, para un hombre con valor. Si bien empecé contándote de los entrenamientos es porque te quiero abrir los ojos y contarte que somos la construcción de un espejo en el cual no nos queremos ver, si en realidad el termino “así como entrenas, así jugás”, amigos, compañeros, hermanos de fuego, hombres en cenizas... este campeonato es nuestro, resurjamos en valores que el fuego dicta y obtengamos tan codiciado premio, para que sea ubicado en nuestra vitrina de sueños de Jenecherú Rugby Club, que añoraremos como un recuerdo de ese logro forjado por hombres de fuego con el corazón encendido. Hemos tenido días y noches de entrenamientos agotadores, días de sol, noches de fríos, practicas interminables de juegos ásperos y rudos, todo con un fin: esta copa señores, donde nos enfrentaremos a oponentes que nos demostrarán por qué quieren nuestro premio, unos llenos de habilidades heredadas con el tiempo, otros con fuerza y tamaño para dar tal pelea áspera para la cual nos preparamos y otros nos trataran de sorprender con sus grandes avances o juego inocente puesto al frente.
Para despedirme, familia Jenecherú, sólo escribo como un componente de este fuego, de esta pasión, quizás hable por muchos como contradiga a otros, pero claro está el concepto que quería reflejar sobre el Jenecherú de hoy preparado para el mañana...
Walter Soruco
Walter Soruco